Vericuetos de los recuerdos por Gabriel Peralta.
Una buena trama dentro de un ejercicio de estilo en la nueva obra de Hernán Moran
El título de la obra no se refiere al simpático animal marino; si no a una zona del cerebro que posee la forma de ese animal. Esa zona del cerebro, aunque no se tenga consenso y certeza científica, tiene una vital importancia en la “...formación de nuevos recuerdos asociados a la experiencia o memoria autobiográfica” (según un interesante artículo publicado en Wikipedia).Lo cierto que esta humildísima introducción sirve para introducirnos en la materia de la nueva obra de Hernán Moran.Los recuerdos, ya sea por su ausencia o por su persistencia, en manos de Moran cobran la estatura de extrañeza y misterio. Todo lo que sucede en escena esta teñido de incertidumbre, cada pista deriva en otra duda, lo real e irreal pierden sus fronteras.El director y dramaturgo eligió para enhebrar su trama un ejercicio de estilo, que sitúa al espectador en las antológicas películas psicológicas-policiales de las décadas del ´40 y ´50, y que tiene a Alfred Hitchcock como uno de sus principales íconos.Las buenas actuaciones acrecientan la sensación de un incomodo misterio, por que cada uno de los actores –Germán Rodríguez, María Urtubey y Augusto de Vera- con pequeños detalles, crean un halo enigmático alrededor de ellos, en el que es muy difícil discernir verdad de mentira.El diseño de luces ideado por Javier Casielles, instala un acertado ámbito sombrío, que junto a una excelente banda de sonido ayudan a un envolvente clima atemporal.No es novedoso el puntilloso uso del lenguaje en las obras de Moran, que en este caso le es útil para ocultar lo evidente.Hipocampo es una obra para sumergirse en los misterios de la mente y sorprenderse con un final de sutilísimo impacto.
Una buena trama dentro de un ejercicio de estilo en la nueva obra de Hernán Moran
El título de la obra no se refiere al simpático animal marino; si no a una zona del cerebro que posee la forma de ese animal. Esa zona del cerebro, aunque no se tenga consenso y certeza científica, tiene una vital importancia en la “...formación de nuevos recuerdos asociados a la experiencia o memoria autobiográfica” (según un interesante artículo publicado en Wikipedia).Lo cierto que esta humildísima introducción sirve para introducirnos en la materia de la nueva obra de Hernán Moran.Los recuerdos, ya sea por su ausencia o por su persistencia, en manos de Moran cobran la estatura de extrañeza y misterio. Todo lo que sucede en escena esta teñido de incertidumbre, cada pista deriva en otra duda, lo real e irreal pierden sus fronteras.El director y dramaturgo eligió para enhebrar su trama un ejercicio de estilo, que sitúa al espectador en las antológicas películas psicológicas-policiales de las décadas del ´40 y ´50, y que tiene a Alfred Hitchcock como uno de sus principales íconos.Las buenas actuaciones acrecientan la sensación de un incomodo misterio, por que cada uno de los actores –Germán Rodríguez, María Urtubey y Augusto de Vera- con pequeños detalles, crean un halo enigmático alrededor de ellos, en el que es muy difícil discernir verdad de mentira.El diseño de luces ideado por Javier Casielles, instala un acertado ámbito sombrío, que junto a una excelente banda de sonido ayudan a un envolvente clima atemporal.No es novedoso el puntilloso uso del lenguaje en las obras de Moran, que en este caso le es útil para ocultar lo evidente.Hipocampo es una obra para sumergirse en los misterios de la mente y sorprenderse con un final de sutilísimo impacto.
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